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Los Tities Cabeciblancos

Durante décadas, el tití cabeciblanco fue un tesoro esquivo para los ojos humanos y un blanco fácil para la codicia. Entre los años sesenta y setenta, cerca de 30.000 individuos fueron capturados y exportados a laboratorios de Estados Unidos y Europa. Su pequeño cuerpo, ágil y expresivo, fue reducido a instrumento. Para los científicos eran sujetos de prueba; para el bosque, eran guardianes.

En 2013, el espejo de la realidad devolvió una cifra alarmante: apenas 7.000 titíes quedaban en libertad, y más del 95 % de su hábitat original había desaparecido bajo el fuego, el hacha y la expansión sin límites.

Pero hay lugares donde la esperanza no solo sobrevive, sino que se multiplica.

Fundación Proyecto Tití

En Santa Catalina, al norte del departamento de Bolívar, se encuentra El Ceibal, una reserva natural donde por más de tres décadas la Fundación Proyecto Tití ha defendido a este primate como si fuera una rama más del árbol de la vida caribeña. Bajo el liderazgo firme y generoso de Rosamira Guillén, y con el compromiso constante de jóvenes biólogos colombianos, esta organización ha tejido una red que va mucho más allá del monitoreo científico: es una red de restauración, educación, convivencia y reencuentro con la naturaleza.

Hoy, ese aprendizaje de tres décadas se ha trasladado a un nuevo escenario: los Montes de María, vecinos del Santuario de Fauna y Flora Los Colorados. Allí, donde la historia nacional guarda cicatrices profundas de conflicto, desplazamiento y resistencia, el Proyecto Tití siembra algo más que árboles: siembra comunidad.

Junto a familias campesinas, la Fundación ha impulsado la restauración del bosque seco tropical —uno de los ecosistemas más amenazados del país— para devolverle al tití su hogar, su alimento, su futuro. Árbol a árbol, parcela a parcela, los corredores biológicos vuelven a conectarse como venas verdes entre relictos de selva. Y en medio del canto de las aves, los titíes reaparecen, pequeños y brillantes, con sus cabezas blancas como símbolos de un equilibrio posible.

Pero el trabajo no se limita al bosque. La Fundación también fortalece la educación ambiental de niños y jóvenes, impulsa proyectos productivos sostenibles y promueve la creación de artesanías con materiales reciclables que sustituyen el uso del bosque. Cada comunidad aliada se convierte en guardiana, y cada tití que sobrevive, en testimonio de un pacto renovado con la vida.

La ciencia también tiene su espacio: reintroducción de individuos rescatados, monitoreo constante con telemetría y fototrampeo, y estudios de comportamiento que nutren las políticas de conservación a nivel nacional.

Titíes en los Montes de María: sembrando bosque, sembrando futuro.

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Nuestros Héroes

Luis Soto

Fundación Proyecto Tití

Luis Soto, biólogo e investigador de la Fundación Proyecto Tití, busca transmitir el conocimiento que ha adquirido durante los últimos 30 años a los jóvenes biólogos que continuarán su legado, en la nueva sede de la fundación en San Juan de Nepomuceno. Allí, los biólogos trabajan en la habituación de la primera manada de titíes cabeciblancos y en la siembra del bosque del cual estos primates dependen para sobrevivir en el futuro.

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